EL Tendero

Hace unos años (allá por el 2012) ya hice un post hablando de mi experiencia como Hijo de un Tendero, pues mi santo padre trabajó siempre de comercial y, según el producto que representaba, mi señora madre se encargaba de gestionar la tienda respectiva. No recuerdo mi familia sin trabajar como autónomo y como tendero.

Han pasado los años y hace aproximadamente año y medio tomé la decisión de buscar un modo de vida que me permitiera vivir más cerca de la naturaleza. Hablé con algunos conocidos y nuevos desconocidos para buscar oportunidades de trabajo, buscaba trabajar por cuenta ajena y así me fui camino de Manzanera (Teruel), dándome de baja de autónomo el mismo día de mi 50 cumpleaños.

Venía de pasar los peores años que recuerdo, tanto a nivel emocional como personal y profesional, era una gran cueva negra dónde la depresión arrancó toda esperanza vital. Hubo pequeños momentos de alegría y gozo, aunque no bastaron para contrarrestar la oscuridad que me rodeaba. Los acontecimientos personales no ayudaron mucho y cada día me levantaba sin ganas de salir, sin ganas de trabajar, sin ganas de vivir y ni ganas de respirar, por suerte cuando eres una persona sensible eres consciente de que son sólo momentos, que el sol sale cada día y que tienes que luchar por seguir respirando.

Mi madre me ayudó económicamente a sobrevivir y mi amiga Inés me recordaba cada día la importancia de seguir respirando, aunque no hubiera fuerza, aunque no hubiera gana. Así que marché para Teruel con mi perra Perla y un par de maletas y tras quince días viendo una auténtica merienda de negros, sin jefes ni criterio me dieron el finiquito y me puse a buscar alternativas que me llevaron a Villar del Arzobispo, a sabiendas de que iba a ser un trabajo temporal, Perla ya estaba en las últimas con su cáncer de vejiga aunque cada mañana se levantaba con la misma alegría y me recordaba la importancia de seguir respirando. Toda una lección de vida recibida de esa adorable peluda .

Fue en la luna llena de agosto cuando me llegó una propuesta por medio del compadre Ernesto, un loco al que admiro que vive apartado de la vorágine de la ciudad tras haberla vivido durante muchos años como jefe de cocina en locales de prestigio y que ahora deleita al personal con su Purita y sus locuras de Chulilla. Me habló de una oportunidad de negocio en Chera, un pueblo que ni conocía, y para allí que me fui con mi compi de casa Gracia.

El proyecto pintaba bien y me puse a trabajar en ello, dos meses de papeleos y de recibir «no» a diario hasta que mi madre, otra vez, me echó una mano con la inversión, así que aquí ando 3 meses después gerenciando la única tienda del pueblo, El Colmao de Chera, sin riñón económico, peleando con los euros cada día y cargado de ilusión y esperanza en un proyecto vital que evoluciona de manera positiva a cada paso.

Atrás quedó Sarganman, las largas juergas, los festines pantagruélicos, el postureo, las redes sociales, el mamoneo y todo lo que le rodea, a día de hoy vivo una vida sencilla y plena, cargada de felicidad y que, día a día, mejora su calidad para, acompañada de la esperanza, forjar el futuro cercano en el que ando trabajando.

Sirva este humilde texto para explicar que de todo se sale, que la depresión es una enfermedad real que, al igual que otras, necesita de apoyo y, en algunos casos, medicación y tratamiento, por decisión de la vida conseguí superarla con el apoyo de mi familia y amigos, también es cierto que acudir a terapia tras cerrar el restaurante hace unos años me cargó de herramientas para gestionarlo. A día de hoy lo que más orgulloso me hace sentir es que mi propia madre me mira y me dice que he vuelto, que vuelvo a ser ese bicho feliz y sonriente que desafía a la vida, sabedor de que es mucho más que una piel y que cada mañana intento hacer un poco mejor el mundo que me rodea, ya no por mi sino por los que vienen.

Una vez más, la luz pudo con las tinieblas, que la fuerza nos acompañe.

Categorías: Cábalas y más cábalas | 1 comentario

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Un pensamiento en “EL Tendero

  1. Bole

    Gracias por compartir tu experiencia, tus tristezas, ilusiones, tu lucha y resilencia. Me alegra saber que volviste… ayyyy las madres que sería del mundo sin ellas. Un gran abrazo compadre.

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