Así es y no tengo ningún pudor en decirlo, hace ya muchos años, allá por las 17 primaveras empecé a colaborar en diversos proyectos de voluntariado social, toqué casi todos los palos y la gente de mi alrededor no entendía muy bien porqué lo hacía y sobre todo ¡gratis!, la respuesta era siempre la misma: porque me gusta.
Pasaron los años e inauguré Sargantana, desde aquí intenté ayudar a los colegas de profesión, básicamente porque pensaba que podíamos mejorar la oferta gastronómica local y salir todos beneficiados, muchos colegas no entendían cómo podía recomendar sus locales a mis clientes, dado que se consideraban competencia y la respuesta siempre era la misma: porque me gusta.
Son malos tiempos los que corren actualmente, los más malos que yo recuerde, y ayudo a colegas de profesión, amigos y vecinos en todo lo que puedo, intento hacer promoción de sus locales, realizo actos colaborativos con ellos, me embarco en proyectos de social media que intentan ayudar a todos los que me rodean y muchos me preguntan que por qué lo hago, la respuesta ya la habéis leído.
En lo que a lo personal se refiere no es la primera vez que me preguntan «¿porqué me quieres?, no lo entiendo«, básicamente la respuesta es la misma.
He aprendido de mi pequeña sarganprincesa que el amor es algo que se da sin esperar nada a cambio, que no se dan los besos que se piden sino los que apetecen, que los abrazos no son una obligación sino un impulso, en conclusión que ver sonreír a los demás, sentir la felicidad ajena, es un puro acto de egoísmo, porque me hace sentir bien, porque no puedes amar si no te amas y porque deseo, desde hace mucho, que todos seamos un poco más egoístas, aunque alguien hile más fino y lo llamé autoestima ;).