Aquí me encuentro en la diminuta terraza de mi camarote de «cliente» en el Viking Jarl, mañana partiré desde Basel hasta Amsterdam para incorporarme como segundo de cocina en el Viking Atla con un «curioso» alemán como Jefe de Cocina con el que llevo ya algunos días de convivencia. Y es curioso pues la pasada noche no tuve un sueño sino una pesadilla, los que me conocen bien saben cómo me afecta la luna llena y cuando esta mañana por fin he despertado, la luna me ha saludado desde el horizonte acompañado por cientos de cisnes nadando en el Rhin.
Desde ese preciso momento la palabra «asumir» retumba en mi cabeza, es una palabra que estuvo muy presente en mi pasado, era el eje central de mi discurso vital, ahora no poseo ningún discurso y simplemente vivo, así que he decidido cambiar esta palabra por «aceptar», me parece una palabra más acorde y paso a explicar porqué.
Asumir, para mi, significa, tomar algo como propio sin posibilidad de cambio, aceptarlo como que es así y, dado que no se puede cambiar, lo asumimos y punto. Es una palabra que la relaciono con sumisión y resignación, con un status de no poder hacer nada más que tomarlo como es y seguir adelante. Así que hoy mismo la cambio por aceptar.
Aceptar es una palabra que implica que las cosas son como son, así como las personas, que todo tiene un porqué y que si aceptamos nuestro entrono, las personas que nos rodean y a nosotros mismos es entonces cuando estamos preparados para cambiarlo. No quiero asumir más, no quiero que nada sea de mi propiedad (etimología de asumir) quiero aceptar las cosas, las personas y los hechos y a partir de ahí cambiarlos si no me gustan.
No es agradable estar tan lejos de todo lo que quiero, llevo sólo 17 días, pero os puedo asegurar que hoy mi corazón ha llorado varias veces, aunque mis lagrimales se contengan cuando ando rodeado de extraños y a pesar de todo eso una sonrisa brilla en el fondo de mi corazón, pues imagino a mi pequeña dando de comer a los cisnes que me rodean, pidiéndome acariciarlos y sonrío sin parar. Las lágrimas brotan de mis ojos, pero son lágrimas de una inmensa felicidad. La luna me acompaña estos dais en mi viaje, un viaje muy especial que me está permitiendo ver muchas cosas que, desde el tornado, no había podido ver antes.
Este contrato tiene fecha de caducidad y os aseguro que deseo que llegue, pero este viaje no acabará nunca y más allá de aquel momento en que descubrí cual era mi misión en la vida, nada más bonito me ha pasado. Así que queridos humanos os puedo asegurar que todo puede cambiar, pero somos nosotros los que tenemos que hacerlos, ni Dios, ni Alá, ni ningún gobierno vendrá a cambiar nuestras vidas y si para poder seguir por el puñetero dinero, amo y señor de esta podrida sociedad capitalista, nos toca irnos a tomar viento lejos de nuestras familia para poder ganar dinero y poder mantener nuestros bienes y seres queridos, pues se hace y punto. Debemos aceptarlo, pues sólo así podremos cambiarlo. Nos vemos por las redes, hasta que nos volvamos a ver por los bares 😉
Sed malos 🙂